En su regreso a la Copa Confederaciones México no tiene otra opción más que ganar para intentar calificar, de lo contrario puede hacer maletas, para regresar después del juego frente a Japón. Es cierto que aún no se les puede dar por muertos pero hay que ser conscientes de que un resultado negativo los traería de vuelta pronto.
En caso de conseguir el empate, tendría que ganar el último y esperar resultados para seguir vivo en el torneo que ya ganó en 1999. Tengo que reconocer que el equipo mexicano en su primer compromiso no pudo mostrar el “dominio” que tenían en sus eliminatorias, por el rival, pero por lo menos se mostró un orden, una intención por salir con balón controlado, tristemente no lograron pasar de medio campo. A los europeos les costó mucho hacer el segundo y definitivo gol.
Su siguiente rival es Brasil, un equipo que ganó con autoridad su presentación y que se ve sólido, con jugadores que igualmente jugaron la final de los Juegos Olímpicos el año pasado. Luiz Felipe Scolari encontró en Oscar su mejor elemento, el tiempista del equipo, un cambio generacional pero quien se carga y maneja al equipo a su modo. Tan sencillo como que él (Oscar) terminó el juego y Neymar no.
El conjunto carioca tiene la motivación de estar en casa. Es la posibilidad de desquitarse de lo que México le hizo hace 14 años en territorio mexicano, por la misma competición, aunque no la misma instancia.
Para los dirigidos por José Manuel de la Torre es un momento crucial, ya que no la pasan de lo mejor en sus eliminatorias y el no brillar en torneo internacional puede devastarlos en lo anímico. El trabajo del entrenador está de por medio, porque hay que reconocer que México aún está calificado de milagro al próximo mundial.
Enfrentar a Brasil siempre es motivador pero si no se crecieron en el primer partido, será muy complicado que lo hagan estando al borde de la eliminación. México tiene que reaccionar. ¿Qué necesitan para hacerlo?
México está obligado a ganar mañana
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