En México, faltan poco menos de tres mil decesos por COVID-19 para llenar un Estadio Azteca, el escenario con mayor capacidad [un aforo para 87,523 personas] y la decisión de abrir las puertas a los fans es imposible de creer.
Club Necaxa y Mazatlán FC serán las primeras instituciones en darle la bienvenida a sus comunidades y, al mismo tiempo, de exponerlos a posibles contagios.
La FIFA estimó pérdidas de 14 mil millones de dólares a raíz de la pandemia, ¿cómo rescatar la economía futbolística? La respuesta no está en vender más espacios publicitarios [que ya no hay espacio en los estadios], tampoco lo es vender más comerciales televisivos durante los juegos, sino regresar a los aficionados que están ávidos de presenciar el futbol desde las tribunas. Eso sí, bajo un protocolo sanitario que se pondrá a prueba ante una afición mexicana, su educación y capacidad de obediencia en momentos de crisis.
En el ideal y en el papel, todo es perfecto y fácil de cumplir; en la práctica, no estoy seguro, no se puede tener un policía o un voluntario sanitario por aficionado porque no debe haber concentraciones de gente. En México, no existe la solvencia económica para implementar un sistema de vigilancia en cada rincón de los inmuebles para asegurarse que la gente permanezca con el tapabocas y no fume, ¿cómo se van a encargar de que todo el tiempo haya la sana distancia? Son preguntas que ni la Liga BBVA MX ni los clubes han respondido más allá de su manual que comprende más de 30 páginas en las cuales todo se lee fantástico.
El futbol mexicano llegó al punto de tener que decidir lo siguiente: la salud de sus arcas o la salud de la afición, en ninguna de las páginas del documento descrito se menciona si alguno que asista al estadio sale contagiado, el club se hará cargo de los gastos hospitalarios si existe algún contratiempo a raíz de su asistencia, una cláusula que debe estar presente, ¿o no?
Con cuestiones que aún están en el aire y que deben ser resueltas a la brevedad, el futbol mexicano expondrá a sus primeros fans a una situación sanitaria que está lejos de ser controlada.