Fueron 19 días espectaculares de mucho deporte, emociones, tristezas, triunfos y derrotas; emociones que solo ocurren cada cuatro años.
Gracias Londres por mostrar lo mejor de ti: Tu cultura, tu gente y hacer inolvidables los trigésimos Juegos Olímpicos. Si algo nos enseñaste es que el esfuerzo y trabajo arduo siempre será recompensado, que nunca hay que rendirse y sea cual sea el resultado se debe dar lo mejor de sí.
Se cerró el capítulo de Londres dejando páginas por escribir en la sección que ya dice Rio 2016, seguramente nos encontraremos atletas gigantes como los que tuvimos en esta justa. Hay algunos deportistas que se inician en este andar olímpico, otros se despiden, fue la oportunidad de consagrarse o simplemente de ver los aspectos que se tienen que mejorar para formar parte de los juegos en la siguiente edición.
Para nosotros los aficionados fue una gran experiencia, fuimos testigos de la historia, de esa que se escribe cada 100 años, me refiero haber visto a Michael Phelps convertirse en el atleta que más medallas ha conseguido en la historia, a Usain Bolt refrendar su título como el hombre más rápido sobre la tierra y hasta ver a México campeón olímpico en futbol.
Me quedo también con aquellas historias que nos hicieron dar cuenta que los deportes son los únicos que pueden erradicar el racismo, que no entienden de cultura, raza, clase y condiciones sociales; ahora digo el porqué. Ésta fue la primera ocasión que participaron mujeres de oriente en atletismo y se les respetó su vestimenta. El caso más sorprendente fue el de Oscar Pistorius, atleta sudafricano que participó en la carrera de 400 metros y relevo de 4×400 metros, lo destacado de este competidor fue que lo hizo con un par de prótesis. Clasificó en su eliminatoria, sin embargo no pudo conseguir medalla, se le aplaude y se le agradece que nos muestre que se pueden hacer las cosas a pesar de todo. Es un ejemplo que más de uno deberíamos seguir.
Como esas historias pocas, todas emotivas, gracias Londres por hacer de estos 19 días algo diferente, se extrañarán esas mañanas y tardes, pero sé que algún día volverán, para emocionarnos con nuevas historias y grandes emociones. Para entonces estaremos frente a atletas aún más rápidos, más altos, más fuertes. Goodbye London, Olá Rio.